PERÚ HOY 🛑 ELUCUBRACIONES

Publicado el 22 de septiembre de 2025, 3:15

Profundizar la mirada más allá del estallido social que se percibe en las noticias publicadas y las silenciadas por los medios locales del Perú llamado Lima, es el reto del peruano de a pie de los últimos días, que entre bombas lacrimógenas intenta emular a Nepal, y al mismo tiempo, intenta encontrar una respuesta desapasionada, al terminar la jornada y preguntarse casi poéticamente "y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra"... Aunque en esta ocasión aconteció todo lo contrario, primó el estruendo de vítores, reclamos y lanzamientos de bombas lacrimógenas, y lo que anduvo ausente fueron las palabras, el diálogo... Sin embargo, por aquí rescatamos uno, que a nuestro entender sirve para el análisis final de nuestras elucubraciones acerca de nuestro "NOSER" Vallejiano...

Perú, entre el grito y la memoria

En las últimas horas, una frase ha resonado con fuerza en las calles y redes del Perú: “¡Edúquese y vote bien!”. Lo dijo un policía en respuesta a una joven manifestante que lo increpaba con dureza: “No tienen estudios, no tienen conciencia”. El intercambio, breve pero cargado de simbolismo, destapó una verdad incómoda: el Perú está fracturado, no solo por sus instituciones, sino por su memoria, su identidad y su forma de entender el poder.

La marcha de la Generación Z no fue solo una protesta contra el gobierno de Dina Boluarte, sino también contra el espejo que devuelve la imagen de un país que votó por Pedro Castillo y terminó con Boluarte en el poder. “¿Eso es votar bien?”, preguntaba la joven. “¿Dónde estaba su conciencia entonces?”, respondía el policía. Y en ese cruce de palabras se condensó el dilema nacional: ¿Cómo exigir un cambio si no se asume la responsabilidad de haber elegido lo que hoy se repudia?

Pero el problema va más allá del voto. El Perú vive a la defensiva, como si estuviera frente a una fiera que acecha desde las cavernas. El agresor no es solo el gobierno, sino también el Congreso, el empresariado, los sindicatos, y hasta las propias instituciones que deberían protegernos. Defenderse, hoy, implica entender de qué está hecho este país y cuál es su juego. Y ese juego, tristemente, parece estar basado en una búsqueda falsa de identidad.

Porque no es cierto que nos buscamos. A ciencia cierta, no queremos encontrarnos. Somos un crisol de razas y credos, pero también una nación que ha sido educada para avergonzarse de su propia manera de ser. Hemos copiado constituciones, códigos, modelos europeos, y seguimos creyendo que la solución está en parecerse a otro. Pero entre el discurso y la realidad, somos un país que no termina de aceptar su origen ni de enaltecer su esencia.

La frase “Edúquese y vote bien” no es solo una ironía viral. Es un llamado a la memoria colectiva, a la coherencia entre lo que se exige y lo que se elige. Porque el cambio no se construye solo en las calles, se construye en las urnas, en el diálogo, en la capacidad de recordar lo que se votó y por qué. Y también en el reconocimiento de que detrás de cada uniforme y cada pancarta hay seres humanos con historias, frustraciones y esperanzas.

El Perú necesita dejar de engañarse. Basta de mentiras verdaderas, de vivencias postizas, de aparentar para esconderse. Hay que amar este país hasta odiarlo, como decía el poeta. Hay que tener el coraje de hablar mal de él, no por esquizofrenia política, sino por amor profundo. Porque solo quien ama puede cuestionar, puede transgredir, puede escribir para molestar y no para complacer.

Y en ese acto de amor incómodo, tal vez encontremos el punto de quiebre que tanto necesitamos: el momento en que el grito se convierte en decisión, y la decisión en transformación. Porque si no gritamos, ¿Quién nos escucha? Pero si no escuchamos, ¿Cómo sabremos qué transformar?

El Perú no es un error. Es una posibilidad. Una mezcla de hombres pobres pero honrados, leídos, rabiosamente bondadosos. Y por ellos, por los que aún creen, por los que aún votan con esperanza, vale la pena seguir escribiendo, marchando, y sobre todo, recordando.

UDI/FUNHI/JCR

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