FRAGMENTOS DEL SUEÑO ROJO EN EL PERÚ🛑#Análisis Político

Publicado el 2 de septiembre de 2025, 5:33

“Los Fragmentos del Sueño Rojo en el Perú”

En el corazón de los Andes, donde la memoria se entreteje con la esperanza y la traición, las izquierdas peruanas caminan como espectros de sí mismas, arrastrando los jirones de un sueño que alguna vez prometió justicia, pan y dignidad. Este relato no es solo político: es la crónica de una pasión rota, de un amor colectivo que se prometió eterno y terminó en desencuentros, silencios y pactos con el enemigo.

1er acto: El Sueño que Pudo Ser

Corría el año 1980. La Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) emergía como una sinfonía de voces disonantes que, sin embargo, compartían un mismo anhelo: refundar la patria desde abajo. Pero como en toda tragedia, el ego y la pureza doctrinaria se impusieron. Cinco candidaturas socialistas se enfrentaron entre sí, y Belaúnde, viejo zorro de la política, regresó al palacio como quien aprovecha el naufragio ajeno para izar su propia bandera.

Tres años después, la Izquierda Unida conquistó Lima. Alfonso Barrantes, el “frejolito”, caminaba entre multitudes con la ternura de quien cree que el pasado puede redimirse. Pero su acercamiento al APRA y el estallido de la violencia armada lo dejaron solo, como un Quijote sin escudero, enfrentando molinos que ya no eran de viento, sino de pólvora y miedo.

2do Acto: El Pacto con el Diablo

  1. La izquierda, dividida otra vez, le abrió la puerta al outsider Fujimori. Lo apoyaron pensando que sería menos dañino que Vargas Llosa. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. El fujishock, el autogolpe, la captura de Guzmán… y la izquierda, enmudecida, viendo cómo algunos de sus líderes se plegaban al régimen, como amantes despechados que regresan al verdugo por miedo a la soledad.

Desde entonces, la izquierda se convirtió en sombra de sí misma. Apoyó a Toledo, luego a Humala, después a PPK. Siempre como mal menor. Siempre como quien se resigna a bailar con quien no ama, solo para no quedarse fuera del salón.

3er Acto: La Unidad que No Fue

  1. Por primera vez, las izquierdas se unieron en una segunda vuelta. Pedro Castillo, maestro rural, encarnó la esperanza de los olvidados. Pero la unidad fue solo electoral. No hubo movilización, no hubo constituyente, no hubo defensa ante el golpismo. Perú Libre se encerró en su caudillismo, y el resto de la izquierda se dispersó como hojas al viento.

El 7 de diciembre de 2021, la mayoría no votó contra la destitución. Algunos soñaron con una Dina moderada. Otros pidieron cargos. Y el pueblo, ese que marchó por Castillo, quedó huérfano otra vez.

Último Acto: Los Fragmentos del Presente

Hoy, rumbo al 2026, las izquierdas son un rompecabezas sin voluntad de ensamblarse. Cinco listas compiten por el mismo puñado de votos. López Chau, solitario, se aferra a su popularidad universitaria. El Frente de los Trabajadores y Emprendedores revive los ecos de Patria Roja, pero sin músculo ni alma.

Venceremos, con Mendoza, Bermejo y Rodríguez, intenta articular una propuesta, pero sin haber defendido a Castillo, su legitimidad se tambalea. Juntos con el Pueblo, con Sánchez y los castillistas, apuesta por la libertad del expresidente, pero carece de un rostro que enamore al electorado.

Y Perú Libre, en su laberinto, quiere postular a Cerrón, creyendo que la prensa lo convertirá en mártir. Pero su pacto con Dina y el fujimorismo lo condena al ostracismo.

JCR

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