A Camucha la conocí en medio de las carcajadas que producían los programas donde debutaba como actriz cómica. Su presencia semanal ingresaba por nuestra tele, literalmente para alegrarnos la vida. Era el momento en el que todos reíamos a mandíbula suelta y olvidábamos los problemas que circundaban nuestras vidas. Bueno, los más adultos, y nosotros los que recién comenzábamos a apreciar el mundo, descubríamos que en medio de nuestros precarios barrios también había motivos para darle alegría a la tristeza. Ella en medio de los disparatados amigos que la rodeaban, era un electo actoral que marcaron una época irrepetible en la comicidad peruana.
Con el pasar de los años me enteré que Camucha empezó a trabajar a los 17, quedó viuda muy joven, crió a sus hijos, y nunca dejó de actuar. Pero fue en sus últimos años, con sus nietas cerca, que se permitió mirarse con ternura. El escenario se volvió espejo, y en él vio a la mujer que había sido, la que había callado, la que ahora hablaba con luciérnagas. Porque eso hacía Camucha: encendía luces en los silencios, como encendía las luces, cámaras y acción de nuestros humildes hogares, semana a semana, desde tiempos inmemoriales en blanco y negro hasta la era del "Technicolor". Y en tiempos actuales, nunca dejó de actuar y deleitar a su público. Hasta siempre Camucha y nuestras condolencias a sus familiares.
PD. El tema que encendía la alegría en los hogares "Qué cosa tan linda" con el gran Oscar D León.
JCR


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