En los dilatados territorios del exilio voluntario, donde la identidad se reinventa entre idiomas, geografías y nostalgias, dos mujeres peruanas han trazado caminos de luz. Desde la academia y la poesía, desde la gestión pública y la palabra íntima, Elsa-Sofia Morote y Linda Morales Caballero encarnan el poder transformador de la mujer migrante que no solo se adapta, sino que redefine los espacios que habita.
Elsa-Sofia Morote: Liderazgo Académico con Sello Latinoamericano
Ingeniera industrial por la Universidad de Lima, Elsa-Sofia Morote emprendió un viaje intelectual que la llevó a obtener un Doctorado en Educación por la Universidad de California y un Doctorado en Negocios Internacionales por la Universidad de Nova Southeastern. Su formación multidisciplinaria le permitió integrar la gestión, la pedagogía y la visión estratégica en cada uno de sus proyectos.
Ha sido profesora titular en instituciones como John Jay College y Farmingdale State College, donde además dirigió el Centro de Investigación en Educación y lideró el desarrollo de programas de maestría en administración pública. Su obra académica incluye más de 70 publicaciones entre artículos científicos, libros y capítulos especializados, abordando temas como liderazgo transformacional, gestión educativa, y equidad en el acceso a la educación superior.
Entre sus presentaciones más destacadas figuran ponencias en la American Educational Research Association (AERA), la International Leadership Association (ILA), y conferencias sobre mujeres líderes en educación en Nueva York y Washington D.C. Su trabajo ha sido citado en estudios sobre innovación educativa y políticas públicas, y ha formado parte de comités internacionales que promueven la inclusión de comunidades latinas en la academia.


Linda Morales Caballero: La Poeta que Traduce el Alma del Exilio
Licenciada en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con estudios de posgrado en traducción y periodismo cultural en Nueva York, Linda Morales Caballero ha construido una obra que dialoga con el dolor, la belleza y la memoria. Su poesía, marcada por una sensibilidad híbrida, ha sido publicada en revistas literarias de Argentina, España, El Salvador y Estados Unidos.
Entre sus libros más reconocidos se encuentran La voz que me habita, Cantos de la frontera, y El exilio de las mariposas, este último presentado en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y en el Festival de Poesía de Medellín. Sus cuentos han sido adaptados al teatro en Nueva York y al cine independiente en Lima, y su obra ha sido traducida al inglés, francés y bengalí.
Ha participado en festivales internacionales de poesía en Bangladesh, Egipto, Irlanda, Perú y Estados Unidos, llevando consigo el eco de una patria que se transforma en palabra. Como coeditora de la revista Hybrido, Linda articula lo híbrido como estética y como ética, promoviendo voces migrantes y disidentes. Su labor como docente en programas de alfabetización para jóvenes migrantes, su trabajo como locutora cultural y su activismo feminista la convierten en una figura esencial del mapa literario latinoamericano contemporáneo.
Epílogo: Cuando el Tiempo se Detiene
Dicen que en ciertas madrugadas neoyorkinas de otoño, cuando el viento sopla desde el Hudson River con aroma a guayaba y papel viejo, se escuchan dos voces que dialogan en un idioma secreto, tal vez el quechua de sus ancestros. Una habla de presupuestos y estrategias, la otra de metáforas y silencios. Ambas caminan por la Quinta Avenida, invisibles para los transeúntes, pero visibles para quienes saben mirar con el corazón.
Y fue en una de esas madrugadas que la Fundación Universidad Hispana para Latinoamérica, desde su país natal, guiada por un colibrí o tal vez por un picaflor andino, que cruzó el Atlántico sin detenerse, anunció la nominación oficial de Elsa-Sofia Morote y Linda Morales Caballero al Doctor Honoris Causa 2025. No como premio, sino como reconocimiento a dos mujeres que han hecho del exilio una patria, y de la cultura, una forma de amar.
Porque cuando dos peruanas brillan en la capital del mundo, New York, la Gran Manzana se torna un poco más aculturada, más humana.
UDI/FUNHI/JCR
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