Barbadillo ya no es solo una prisión. Es un símbolo. Un espejo roto donde se reflejan las promesas incumplidas de la República peruana. Allí, entre muros silenciosos y custodios que han visto pasar presidentes como si fueran sombras, se escribe una historia que no cesa de repetirse.
Martín Vizcarra, quien alguna vez encarnó la esperanza de una política más limpia, se convierte en el cuarto exmandatario en ocupar ese espacio que debería ser ajeno a quienes juraron servir al pueblo. Su prisión preventiva no es solo un hecho judicial: es un síntoma. Un eco de lo que fuimos, de lo que somos, y de lo que aún no aprendemos a dejar atrás.
Antes que él, Alberto Fujimori convirtió Barbadillo en su morada perpetua, entre condenas y controversias. Alan García, enfrentado al mismo destino, eligió la muerte como último acto político. Pedro Pablo Kuczynski, con arresto domiciliario, envejece en una cárcel sin barrotes. Y Morales Bermúdez, también marcado por la justicia, transitó por esa misma ruta de sombras.
¿Qué nos dice esta secuencia? Que el poder en el Perú parece estar condenado a la caída. Que la silla presidencial, lejos de ser un altar de servicio, se ha convertido en una antesala del juicio. Y que el pueblo, tantas veces traicionado, sigue esperando una redención que no llega.
Pero más allá del escándalo, hay una pregunta que arde: ¿por qué repetimos la historia? ¿Por qué el liderazgo se corrompe, se desgasta, se traiciona a sí mismo? Tal vez porque no hemos aprendido a mirar el poder como un acto de humildad, y no de dominio. Tal vez porque la memoria colectiva aún no ha sanado las heridas de la dictadura, del clientelismo, del caudillismo que se disfraza de democracia.
Barbadillo, entonces, no es solo una prisión. Es una metáfora. Un recordatorio de que el Perú necesita más que reformas: necesita una transformación espiritual. Una nueva ética pública. Una ciudadanía que no se conforme con elegir, sino que exija rendición de cuentas, verdad y coherencia.
Porque si no aprendemos del pasado, el futuro seguirá escribiéndose con barrotes.
A continuación, un tema inspirado en esta reflexión, casi papal: Prohibido olvidar!, del poemario POEMATRIX 2025... (APDAYC 10816)

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